Eugenio Espejo: precursor del periodismo ecuatoriano

Francisco Javier Eugenio de Santa Cruz y Espejo, 1747- 1795 impulsó el primer rotativo ecuatoriano, Primicias de la Cultura de Quito fundado el 5 de enero del 1792, que más tarde se convertiría en un símbolo del periodismo en el Ecuador, a pesar de que pocos números fueron publicados por presión de la corona española.

Espejo fue secretario de la Sociedad Patriótica y redactor único de Primicias de la Cultura de Quito, herramienta de difusión de sus críticas. Poco después de su aparición el periódico Primicias fue elogiado por el Mercurio Peruano y por el Papel Periódico de Bogotá.

Fue la primera publicación que apareció en la antigua Presidencia de Quito, editada bajo los auspicios de la Escuela de la Concordia.

Su primera edición circuló el 5 de enero de 1792, y a través de sus páginas se hicieron importantes reflexiones morales y discusiones filosóficas, así como recomendaciones y consejos sobre salubridad, higiene, buenas costumbres.

Apareció quincenalmente. Las suscripciones se admitieron al precio de real y medio de plata por cada pliego completo, pero los quiteños no respondieron a su publicación y, por el contrario, lo acogieron con frialdad, propiciando inclusive una absurda persecución que se extendió también en contra de su autor.

El ejemplar original del primer número de ‘Primicias de la Cultura’ que reposa en la Biblioteca del Ministerio de Cultura y Patrimonio sede Quito, difiere mucho de lo que es un periódico actual. Ni entrevistas ni reportajes ni crónicas. No existían géneros periodísticos, el periódico lo conformaban textos con tono de panfleto político. Se incorporaban, sin embargo, los comentarios de los lectores y algunos segmentos especializados, como uno dedicado a dar instrucciones de salubridad.

Son pocos los medios que ejercieron un rol independiente del poder económico y su existencia no fue prolongada, el periódico Primicias de la Cultura de Quito se publicó tan solo siete veces.

En “Primicias” Espejo emplea un lenguaje rebuscado y elitista que aún hoy no es fácil de interpretar o leer; peor aún debió serlo en esa época y para un pueblo al que el mismo Espejo había reconocido ignorante en su “Discurso” de 1789, cuando dice: “Estamos destituidos de educación. Sería adulación, vil lisonja, llamar a los quiteños ilustrados, sabios, ricos y felices, No lo sois: hablemos con el idioma de la escritura santa; vivimos en la más grosera ignorancia y la miseria más deplorable”

Espejo realizó una actividad revolucionaria, por lo cual fue llevado a una cárcel por segunda vez, ya que estuvo preso en 1787; el 23 de diciembre, casi moribundo, salió a su casa del Mesón para morir el 28 de diciembre de 1795. En su honor, un monumento al precursor del periodismo ecuatoriano luce actualmente en la Plaza de los periodistas, ubicada en la avenida 24 de Mayo.

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