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EL CHACO BOLIVIANO SE CARBONIZA ESTE TRABAJO DE INVESTIGACIÓN SE DESARROLLÓ CON EL APOYO DEL V FONDO SPOTLIGHT DE LA FUNDACIÓN PARA EL PERIODISMO Y EUROPEAN JOURNALISM CENTRE (EJC).

Potrero de don Zenón Avilés donde produce carbón

La motosierra de Zenón Avilés descansa sobre las hojas secas esparcidas en su potrero. Esa estructura metálica con su fuerte bramido rompe la armonía del bosque chaqueño y hace revoletear las aves. Ruge de rato en rato para cortar en trozos los árboles derribados, que alimentarán su hambriento horno hecho de ladrillo gambote y barro, para luego convertirlo en carbón vegetal. Un producto que se volvió indispensable para la gastronomía tarijeña, pero que también es destinado a las minas del occidente.

“El carbón chaqueño es uno de los más cotizados en el mercado-dice esperanzado-. Recién incursionamos en la producción y pensamos permanecer en el rubro por mucho tiempo”. Mientras deja su machete de cabo negro incrustado en un tronco, menciona que la situación económica está “cada vez más jodida”, pues hay que pensar en actividades de subsistencia dentro del bosque. Eso sí, todo de manera legal.

Zenón Avilés

Al igual que don Zenón otros comunarios también se dedican a la actividad carbonera, pero no producen tanto como los menonitas. Éstos se compraron hectáreas de tierra y se dedicaron a la producción masiva, a tal punto que hicieron bajar el precio del carbón, de 30 bolivianos a 25 cada bolsa quintalera.

Más del 50 por ciento del desmonte que se da en el Chaco tarijeño termina hecho carbón vegetal, esto según estimaciones que tiene la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT). La cifra supera tres veces el porcentaje (17%) que estima la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), en cuanto al destino de los árboles talados en bosques de otros países. Pero Tarija y Bolivia, al parecer no consideran esos parámetros como críticas. Tampoco es tomado en cuenta dentro del Producto Interno Bruto (PIB) forestal y no aparece, de manera pública, en los informes del Gobierno.

No hay estudios ambientales ni socioeconómicos sobre la situación actual de esa actividad. Este último debería evaluar el impacto de la producción de carbón en el ingreso económico de la familia rural, que en su mayoría sufre problemas de marginalidad económica y social, lo que les obliga a desarrollar una subsistencia sobreutilizando los recursos naturales disponibles. Es así como la producción de carbón se desarrolló generación tras generación, sin experimentar mejoras tecnológicas en su producción y comercialización.

De ese estancamiento es ejemplo la familia Escribes, allá Chaco adentro. Su producción es rústica, no la hacen en hornos como su vecino Zenón. Ellos tienen que apilar la leña para luego taparla con tierra, método de elaboración conocido como campamento o campaña. Ahí, Ronaldo parece ser el hermano mayor, tiene este nombre y no precisamente por el célebre futbolista y ex figura del Real Madrid, es más, viste una camiseta del Barcelona con la 10 de Messi, además de una gorra estilo boina puesta al revés.

Sin embargo, un muchacho de no más de 22 años dirige la producción. Sus dos hermanos menores cargan en sus espaldas una mochila de fumigación, con la mano izquierda agitan la manija de bombeo y con la otra esparcen el agua por donde Ronaldo, con un palo en forma de gancho, hace orificios en la tierra para apagar el carbón. La cocción debe detenerse, es el punto exacto para sacarlo. Para llegar a esa fase final tuvieron que estar siete días y siete noches sin cerrar los ojos, puesto que deben dejar salir el humo de a poco, ese cuerpo gaseoso y espeso que entra a sus pulmones y que se esfuma en el aire.

Ronaldo Escribes junto a sus hermanos.

De ese campamento calculan que obtendrán unas 35 bolsas quintaleras de yute. Es viernes 5 de octubre, el sol y las nubes se disputan el ancho cielo, todavía falta procesar unos seis campamentos más. Ese mes ya no es considerado época de producción, pues la lluvia dificulta el trabajo, pero a Ronaldo y a sus hermanos no les queda otra alternativa que no parar esa actividad. Necesitan ganar dinero para cubrir las necesidades que hay en la casa, una de ellas es pagar al camión cisterna que les lleva agua para su consumo, se trata algo así como de 300 bolivianos. El pozo que construyeron las autoridades para esa zona, sólo bombea agua una hora al día y junto a sus vecinos logran apenas llenar unos cuantos recipientes y en ocasiones ninguno.

Ahí en El Chirimoyal, una comunidad que queda a unos 20 minutos en vehículo desviándose de la Ruta 9 por la parte de Caigua, casi nadie quiere hablar de carbón, pronunciar ese nombre significa hablar en voz baja, como en secreto. A excepción de Ronaldo y de don Zenón, quienes explican cómo es el proceso de elaboración y los trámites que deben cumplir ante la ABT.

Los registros de la ABT muestran que hay doce empresas carboneras en el chaco, ocho en Villa Montes, tres en Yacuiba y una en Caraparí. De ese total, siete son de categoría C (solamente pueden producir hasta 500toneladas), y una de categoría A (una producción superior a las 1,000 toneladas sin límite).

El único que puede producir más que la propia gente campesina e indígena que vive en el Chaco, porque tiene la categoría A es el jefe de la colonia menonita La Florida, David Giesbrecht Hiebert. Si es que quiere llegar a ese lugar, basta con introducir en el google maps el nombre de esa colonia. La imagen satelital muestra que es la única deforestación concentrada más grande de la zona.

Pero llegar al sitio significa invertir una hora de tiempo en vehículo y desviarse de la Ruta 9. Luego de avanzar ese tramo, donde los paisajes parecen estar pintados sobre lienzo con acuarelas, surge un contraste. Las polvorientas calles empiezan a entrecruzarse y ser interminables, como también las áreas deforestadas para cultivo. Por donde se quiera mirar hay terrenos de desmonte, donde se pierde la vista.

Los cántaros de leche están apostados en las orillas del camino o sobre carretones. Las niñas usan vestidos largos y sus cabellos trenzados cuelgan sobre sus hombros, mientras los niños visten pantalón jardinero con camisa, todos son de tez blanca y andan descalzos, se muestran algo tímidos ante la presencia de extraños.

Las carretas que son jaladas por caballos, van y vienen de un lugar a otro, es su medio de transporte. Las casas están dispersas y distanciadas unas de otras. Y no, no se trata de la Familia Ingalls sino de la colonia menonita La Florida, donde su jefe es el autorizado para producir la mayor cantidad de carbón en el Chaco tarijeño.

Es en ese lugar donde el diario El País encontró el campamento más grande de producción de carbón en un área de desmonte, se trata de unos 20 metros de largo por seis de ancho y 1,60 de alto. Los hallados anteriormente eran del tamaño de una cama de dos plazas aproximadamente.

Producción de carbón en territorio menonita.
De enero a septiembre de 2018, desde las entrañas del Chaco tarijeño se sacaron 1.372,82 toneladas de carbón vegetal, como 1,3 millones de kilogramos. El 80 por ciento fue producido en hornos de ladrillo, el restante porcentaje se elaboró de manera rústica.

El director de la ABT, Omar Ortiz, dice que aún no hicieron un cálculo exacto de cuántas hectáreas se tuvieron que deforestar para obtener esa cantidad de producto energético. Pero sí estima que del total de áreas de desmonte, más del 50 por ciento terminan convertidos en carbón vegetal (aproximadamente 1.104 hectáreas de enero a septiembre de 2018). Sucede que de las extensiones taladas, solamente una pequeña parte del producto tiene características maderables.

En nueve meses del año 2018 se autorizó el desmonte de 3.088 hectáreas, equivalente a la extensión que posee la mitad de la ciudad de Yacuiba. De ese total, 2.208 hectáreas fueron destinadas para cambio de uso de suelo, de donde sale la materia prima para hacer carbón, esa cantidad es equivalente a cuatro veces más del tamaño urbano de Caraparí.

El funcionario explica que todos los desmontes se encuentran bajo la normativa vigente. Al autorizar el cambio de uso de suelo, los dueños deciden qué hacer con los árboles derribados, ya sea usarlos para fines maderables o para carbón. En cualquiera de los casos, su institución realiza la cadena de custodia, desde el derribe de los “individuos vegetales” hasta que llegan a su destino final. También reconoce que hay otros que realizan la actividad de manera ilegal, sin autorizaciones.

Según el seguimiento que hizo su institución, el carbón tiene un uso más doméstico en las familias de Tarija. Pero también es usado para las parrillas de churrasquerías y restaurants, que por cierto, en los últimos años incrementaron en 50 por ciento. Más aún otra parte es llevada a las minas de Oruro, aunque este 2018 no se tiene registro de movimiento del producto hacia ese departamento, como sucedía en anteriores años.

El docente investigador de la Universidad Autónoma Juan Misael Saracho (UAJMS), Orlando Erazo, sostiene que la gastronomía impulsada en los últimos años, tanto a escala comercial como familiar, generó una demanda creciente de carbón y leña en Tarija. Pero nadie habla de un aprovechamiento sostenible del bosque natural, porque es de ahí de donde sale la materia prima para elaborar ese producto energético.

Los datos de la ABT sostienen tal aseveración, pues al margen de la producción de carbón que hubo en el Chaco tarijeño, se registró el ingreso de 1.100 toneladas desde Santa Cruz. Por lo que se puede hablar de un consumo superior a 2.400 toneladas de enero a septiembre (2.400.000 kilogramos), lo suficiente para asar 1.500 vacas con un peso promedio de 800 kilos, si es como dice la FAO, que para cocer un kilo de carne de res se necesita dos de carbón.

Sin embargo, la producción conjunta en el lado tarijeño no es nada comparada con lo que ocurre dentro del Chaco paraguayo, puntualmente en el departamento de Boquerón, en un lugar conocido como Teniente Ochoa que queda a 150 kilómetros de la frontera con Bolivia. De ese lugar sale el carbón para mercados europeos.

Esta zona encabeza la lista de los principales países exportadores de ese producto y carne, pero esto le significó perder, en 15 años, cinco millones de hectáreas. Cifra superior a la extensión territorial de Suiza, según reportan medios de prensa de esa nación.

El Chaco boliviano no deja de ser tentador para las empresas transnacionales que operan en Paraguay. En Villa Montes algunos campesinos conocen que en la actualidad ya se lleva carbón para el vecino país. El director de la ABT dice que no hay registros de exportación, pero tampoco cierra la posibilidad de que se transporte el producto de manera ilegal, pues se tiene una frontera amplia con caminos ilegales difíciles de controlar.

El Chaco Sudamericano como tal acoge a 3.400 especies de plantas, 500 aves, 150 mamíferos y 220 reptiles y anfibios, según la ONG Earthsight. Más aún, con la deforestación, el equilibrio del ecosistema se complica, cada vez se invade el habitad de la flora y fauna.

Todo este fenómeno provocado por el hombre, hizo experimentar al Chaco algunas de las temperaturas más altas registradas en el continente sudamericano, lo que también aumentó la tasa de evaporación. Sobre el tema, el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología (Senamhi), acaba de reportar que la temperatura en el Chaco tarijeño aumentó 2 grados centígrados en los últimos diez años.

Datos sobre desmonte según tipo de bosque en el periodo 2016-2017 en Bolivia revelaron que el bosque chaqueño fue el más afectado con un 35 por ciento (de ese total el 58% fue legal y el 42% ilegal), le sigue el Chiquitano con 32%, el Amazónico con 19% y el restante porcentaje en otros tipos de bosques. Así lo muestra el documento Memorias de las Deforestación de la ABT.

Especies

La experiencia profesional de Erazo le lleva a sostener que no de cualquier leña se hace carbón, las especies preferidas para ellos son las más duras, porque tienen mayor poder calorífico y son ésas las más lentas en crecer. Si bien su elaboración tiene sus impactos ambientales debido a los gases que libera, no se compara al daño que significa cortar los árboles que tardan hasta un siglo para alcanzar su máximo esplendor, como es el caso del quebracho blanco.

Ronaldo, mientras se limpia el sudor que se desliza por su rostro cobrizo, comenta que antes la especie más linda para hacer carbón era el cebil, pero ya no se encuentra por esa zona. Por lo que en la actualidad se opta por la perilla, también sabe que el quebracho blanco es uno de los preferidos por su poder calorífico.

La empresa Carbón Vegetal Bolivia, con sede en Santa Cruz que aparte de la producción ofrece el servicio de exportación, en su página digital oferta carbón 70 por ciento de quebracho blanco, 30 por ciento de algarrobo y otras especies del Chaco boliviano. Ya en 2014 anunciaba que iba a instalar hornos en Villa Montes.

Omar Ortiz explica que el cebil no habita en una sola franja o un determinado lugar, sino que está distribuido como en una especie de manchas en distintas zonas. Su uso no está incluido en la cadena de la madera, pero sí para la elaboración del carbón. Asegura que no está en peligro de extinción.

En el caso del quebracho colorado o blanco, que es característico de la formación chaqueña, sabe que siempre hubo una sobredemanda de la especie, no reciente, sino desde hace años cuando se tenía el boom de la minería, además que era usado en la construcción de rieles para trenes. Ortiz está convencido que todavía se tiene la especie, pero también es consciente de que es necesario un estudio al respecto.

Para el investigador de la UAJMS, en el país hace falta desarrollar una política energética donde se incluya los dendroenergéticos (productos que suplen las necesidades diarias de energía). Sabe que nunca se podrá eliminar el uso del carbón, pero aclara que es importante una regulación. Existen experiencias exitosas en otros países donde se realizaron plantaciones con fines energéticos, así no afectan el bosque natural, de la misma manera se lo puede hacer en Bolivia. Pero el problema es que nadie quiere plantar nada. “Queremos la sombra pero no queremos poner un árbol”, dice.

En Argentina se entendió que es necesario un cambio de la matriz de producción del carbón vegetal en el Chaco. Para ello tienen un proyecto que se llama el “Futuro está en el Monte”. Es liderado por Mauricio Moresco, quien tiene el apoyo del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Él asegura que es posible una elaboración más limpia, además que es una actividad que emplea mucha gente que no tiene otra oportunidad laboral.

Está en puerta la implementación de la tecnología conocida como HPC Duplo, que puede producir la misma cantidad de carbón que el sistema tradicional. La diferencia es que sólo se necesita intervenir el 30 por ciento de la superficie de bosques que en la actualidad se usa para esa actividad. El restante porcentaje entraría en descanso para recuperación de su stock maderero. Además, reduce el tiempo de elaboración a ocho horas. Si el sistema trabaja doble turno, tiene la misma capacidad de producción de carbón que 30 hornos convencionales de ladrillo.

Añadido a esto, los gases son capturados y no se lanzan a la atmósfera. De tal manera que junto al calor generado por el horno, podría darse la generación de energía eléctrica mediante un generador, y así abastecer a comunidades cercanas.

La FAO establece que en actividades muy ineficientes, las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) en la producción de carbón vegetal, incluidas las causadas por la degradación de los bosques y la deforestación, pueden alcanzar hasta 9 kilógramos de dióxido de carbono (CO2) por cada kg de carbón vegetal producido.

En el Chaco tarijeño no hay otra alternativa que seguir con la misma metodología que viene desde los tiempos bíblicos, inhalar los gases y estar 18 días pendientes del horno, diez de la cocción y ocho en espera de su enfriamiento. Como en el caso de Zenón, que estará todo ese periodo para obtener 430 bolsas quintaleras, cada una la venderá a 25 bolivianos, pero las comercializadoras duplicarán su costo en la ciudad de Tarija y cobrarán 50 bolivianos.

La venta en la ciudad

La comercialización más grande de carbón en la ciudad de Tarija está ubicada al final de la calle Comercio, donde se une con la avenida Panamericana, a unos escasos 20 metros de la oficina departamental de la ABT.

Ahí, donde las bolsas apiladas del producto superan la altura de 2,5 metros, desfilan vehículos Nissan Pathfinder, Toyota Prado de último modelo y hasta petas, van hasta ahí para cargarse bolsas de carbón los fines de semana. Solamente es cuestión de dos mañanas para que desaparezca el producto puesto a la venta en esa cuadra.

Las comercializadoras autorizadas, que son 20 en el departamento, están asociadas y tienen la intención de exportar a Chile y Perú. Para ello será necesario pedir a sus proveedores que aumenten el volumen de la producción.

Samayhuate también hace carbón

Al fondo del Chaco está la comunidad de Samayhuate del pueblo Tapiete, ubicada al extremo sur de la frontera con Paraguay. Ahí también se dedican a la producción de carbón como una forma de subsistencia.

Luego de unas dos intermediaciones, por parte de su esposa y su sobrina que hablan en idioma nativo, el capitán grande de ese pueblo indígena, Pascual Balderas, levanta el pulgar para conversar con El País. Está sentado en una silla de plástico bajo la galería que tiene su casa de ladrillo y teja.

Ahí en su propiedad, cercada con alambres y cuyos postes tienen la punta cubierta por caparazones de quirquincho, dice que primero se debe pedir permiso para entrar a su territorio. Además, no dará ninguna información sobre la elaboración del carbón porque no está autorizado por sus bases. Luego ofrece las artesanías hechas con hilo de caraguata por las mujeres de ese lugar.

Al otro extremo del Chaco, en El Chirimoyal, don Zenón se prepara para abrir uno de sus dos hornos, que ya en anteriores días había largado bocanadas de humo por la cocción tradicional. Él compara esto con un ingenio industrial. Zenón debe continuar su labor, los compradores llegarán y tiene que entregar el producto. No hay más tiempo para conversar, y antes de irnos, pide saludar a su sobrino, el secretario de Medio Ambiente de la Gobernación de Tarija, Pablo Avilés.

Created By
Daniel Rivera Matirayo El País
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Credits:

Fotos: Luis Fernando Mogro/El País

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