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GUNTHER GERZSO CREADOR DE ESPACIOS INSONDABLES Y CIUDAD PERDIDAS

Gunther Gerzso (1915-2000) —pintor, escenógrafo y director de teatro y cine— fue un artista tutelar en la consolidación de la abstracción en México. Procuró una obra en diálogo con el mundo prehispánico, sin realizar un elogio folclorista o una reivindicación de carácter histórico. Con su serie de paisajes arquitectónicos, que evocan de forma moderna a los templos antiguos, construyó una manera personal y poética de entender la mexicanidad.

Al cumplirse, este 17 de junio, el 106 aniversario de su natalicio, el Museo de Arte Moderno le rinde un homenaje. En esta muestra virtual nos adentramos al misterio y factura de sus hermosas, vibrantes y pulidas configuraciones de planos, con las que Gerzso renovó el género de la pintura de paisaje.

Aunque su propuesta plástica es eminentemente geométrica, Gerzso no se consideraba un artista del todo abstracto. Con la yuxtaposición de bloques de distintos tamaños y con una amplia gama de colores y texturas, configuró un sinfín de temperaturas emocionales, con las que evocaba el cielo, los cenotes y la fecunda vegetación del sur del país, en medio de la cual, se erigían inmemoriales estructuras de antiguas ciudades abandonadas.

Hans Beachman, Gunther Gerzso en la Galería de Arte Mexicano, ca. 1958. Cortesía Galería de Arte Mexicano.

Aunque erróneamente se le identifica como un artista extranjero, Gunther Gerzso nació el 17 de junio de 1915 en la Ciudad México, hijo de un comerciante exportador húngaro y una pianista y cantante alemana.

A los doce años fue enviado a vivir con su tío materno, Hans Wendland, un coleccionista, marchante e historiador del arte, quien fungió como su mentor. Así Gerzso vivió rodeado de obras de arte tanto de antiguos maestros, de quienes comprendió la importancia del dibujo y la composición, como de creadores modernos, que le permitieron entender la pintura como un acto más allá de copiar la realidad.

En su cuarto tenía obras de Bonnard y Delacroix, dos artistas caracterizados por su uso expresivo de los colores; también se interesó por las abstracciones cromáticas de Wassily Kandinsky, para quien la pintura del paisaje fungía como una recreación fantástica donde las asociaciones entre tonos y formas libres adquirían dimensiones espirituales.

Gunther Gerzso, En la casa de Tataniuh, 1978, serigrafía. Acervo del Museo Nacional de la Estampa. INBAL/ Secretaría de Cultura.

A partir de los años 30, Gerzso comenzó sus primeros ejercicios artísticos de forma autodidacta. Estos estuvieron orientados a la escenografía y el vestuario teatral. Con el tiempo esto permitiría a Gerzso una comprensión del espacio pictórico como un gran escenario en el que era posible montar y construir los más asombrosos ambientes.

Gunther Gerzso, Decorado de los actos I, II y III de la obra "Gas", Archivo Jordi Rius.

El actor, productor y director alemán Fernando Wagner utilizó los diseños de Gerzso en sus montajes. El escenógrafo Arch Lauterer conminó al mexicano a unirse a la compañía teatral Cleveland Play House, en donde diseñó los sets de más de 50 obras.

La búsqueda de estabilidad económica llevó a Gerszo a optar por continuar con la carrera escenográfica. En 1941 recibió la invitación para realizar el diseño escénico de una nueva versión cinematográfica de Santa, dirigida por el norteamericano Norman Foster. Su trabajo recibió muchos elogios. El artista se sumergió por completo en la industria del cine, donde fue uno de los escenógrafos más respetados.

Realizó más de 150 diseños para películas de los Estudios Churubusco y colaboró con cineastas como John Ford, Yves Allegret, Luis Buñuel, Alejandro Galindo, Emilio “El Indio” Fernández y Roberto Gavaldón. Mantuvo también una relación cercana con el productor Jacques Gelman, quien fue uno de los coleccionistas más importantes de su obra, junto con el Dr. Alvar Carrillo Gil.

Sus escenografías y pinturas se distinguen por exaltar un fuerte componente constructivista, derivado del cubismo, en el que la yuxtaposición de diversas formas geométricas e innumerables texturas, crean la sensación de un espacio infinito.

Gunther Gerzso, escenografía para la película Si yo fuera diputado, 1952.

A pesar de su relación con la época dorada del cine mexicano, por sus raíces europeas y su temprana educación en el Viejo Continente, Gerzso no mostró empatía por el movimiento artístico de corte nacionalista encabezado por el muralismo. Los primeros lienzos de Gunther Gerzso, dan cuenta de cierta influencia de las distorsiones figurativas de André Masson y de los paisajes desolados de Ives Tanguy y Salvador Dalí. Encontró afinidad con los artistas vinculados a la revista Contemporáneos como Carlos Orozco Romero, Manuel Rodríguez Lozano o Julio Castellanos.

Gunther Gerzso, Dos figuras II, ca. 1940, tinta sobre papel. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

La llegada de los artistas del exilio a México, fue un aliento para Gerzso, quien decidió continuar por el camino de lo surreal. Gracias a Juan O’Gorman, se integró al grupo que se congregaba en la casa de Benjamin Péret y Remedios Varo, conformado por creadores como Leonora Carrington y Esteban Francés —a los cuales Gerzso retrató de forma alucinante en 1944 en el lienzo Los días de la calle Gabino Barreda—.

En esta obra ya es posible advertir la disposición de diversas estructuras que configuran un espacio infinito, así como un refinado uso de diversas tonalidades que se funden hasta crear un paisaje veraz, pero de carácter maravilloso.

Gunther Gerzso, Los días de la calle Gabino Barreda, 1944, óleo sobre tela. Colección particular.

La relación con Benjamin Péret y el crítico de arte Paul Westheim, afianzó sus intereses por los valores formales y las alusiones maravillosas y ocultas del arte precolombino. Por influencia del artista y antropólogo Miguel Covarrubias, se lanzó a recorrer el sudeste mexicano y así conocer, de manera directa, los restos del mundo maya. Además, como parte de su trabajo en el cine, Gerzso viajó a lo largo de la República mexicana; quedó cautivado por la diversidad del paisaje y por la manera inquietante en que pervivía la arquitectura precolombina.

Graciela Iturbide, Gunther Gerzso en Teotihuacán, ca. 1990. Cortesía del artista.

En sus primeras obras de corte abstracto —realizadas a fines de los años 40—, los volúmenes son asimétricos y semejan construcciones derruidas; los largos trazos irregulares remiten a los senderos abiertos en medio de la naturaleza. Es como si nos enfrentáramos con un plano arquitectónico, con el aliento de un laberíntico mapa de un tesoro oculto en un antigua ciudad perdida.

Gunther Gerzso, La Torre, 1955, óleo sobre madera. Acervo del Museo de Arte Carillo Gil. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Con el apoyo de Julio Castellanos e Inés Amor, Gunther Gerzso presentó su primera exposición individual en la Galería de Arte Mexicano (GAM) en 1950. Su obras exhibían una lectura tectónica del cubismo, a la par de su estudio y fascinación por la arquitectura prehispánica. El crítico Roberto Furia destacó su dominio técnico, su manipulación de las texturas y su poesía plástica que evocaba a las estructuras antiguas del mundo maya. En realidad, Gerzso visitó Chichen Itzá hasta 1953, momento clave para el desarrollo de su propuesta artística.

Gunther Gerzso, Verde-ocre-amarillo, 1969, óleo sobre fibracel. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

En 1959, viajó con su tío Hans a Atenas. Gerzso quedó fascinado con la mitología griega y su arquitectura. El impacto fue tal que, ya en su etapa decididamente como pintor, creó 36 piezas donde adoptó por completo la abstracción, con colores terrosos y diversas texturas que poseen un alto grado de expresividad. A este cuerpo de obra se le identifica como su periodo griego.

Gunther Gerzso, Paisaje Clásico, 1960, óleo sobre masonite. Acervo del Museo de Arte Carrillo Gil. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Con el inicio del declive de la Edad de Oro del cine mexicano, Gerzso decidió retirarse de los sets de filmación y a partir de 1962, se ocupó por completo en su obra pictórica. Incorporó el uso de la sección dorada mediante el uso de divisiones cuadrangulares definidas que aluden tanto a la arquitectura moderna como a las viejas pirámides. A través de un refinado raspado y pulido del óleo, los colores adquirieron un carácter mineral y antiguo. Así, las obras parecen remitir a un paisaje espiritual.

Gunther Gerzso, Grieta, 1991, lápiz sobre papel. Colección particular.

Gunther Gerzso, Grieta, 1992, óleo sobre masonite. Colección particular.

La limpieza formal y la volumetría ordenada presente en lienzos como Ciudad maya, generan una sensación de perspectiva aérea. Se tiene la impresión de observar desde lo alto, una serie basamentos prehispánicos, los cuales no son representados como vestigios, sino cargados de un aliento místico. Es una mirada mágica o surreal sobre las construcciones de los antiguos pobladores de México.

Gunther Gerzso, Ciudad Maya, 1958, óleo sobre lienzo. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

La crítica sudamericana Marta Traba calificó sus pinturas como pertenecientes a una nueva generación de artistas que destacaban el valor espiritual de las formas estéticas por encima de los recursos históricos o literarios. Otros importantes escritores, entre ellos Margarita Nelken, Luis Cardoza y Aragón, Octavio Paz, Salomon Grimberg y Rita Eder se adentraron también a analizar su obra.

En 1974, Gerszo fue invitado a trabajar en el Tamarind Institute de la University of New Mexico en Albuquerque, donde comenzó su carrera como grabador. Su obra ahondó en el manejo de las texturas y la profundidad generada por el contraste entre los colores oscuros y los iluminados.

Gunther Gerzso, Fantasma, 1985, xilografía. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Gunther Gerzso, Estructuras antiguas, 1955, óleo sobre masonite. Acervo del Museo de Arte Carillo Gil. INBAL/ Secretaría de Cultura.

En las obras de Gerzso, se distingue espacios negativos u oscuros entre cada muro de color, como si se tratase de resquicios subterráneos o pasadizos ocultos. Fungen como diversos pliegues de una memoria arquitectónica donde nos adentramos en los rincones, grutas y antecámaras de un palacio precolombino. Las pinturas de Gerzso son historias estratificadas que nos invitan a descender por las distintas capas de un paisaje arcaico.

Por debajo de sus superficies ricamente coloridas, se abre una serie de espacios profundos donde anida una infinita geometría encadenada, de cuya magia sólo el Gerzso conoce su forma y nombre.

Gunther Gerzso, Cuerpo de piedra, 1987, serigrafía. Acervo del Museo Nacional de la Estampa. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Los increíbles paisajes arquitectónicos de Gunther Gerzso se alzan como uno de los más complejos referentes visuales del arte moderno mexicano; en sus ambientes enigmáticos, se entrelazan estilos y épocas aparentemente incompatibles que procuran esta sensación de un escenario inmemorial.

Sus lienzos evocan al mismo tiempo la grandiosidad y misterio del mundo prehispánico, el desarrollo urbanista de la arquitectura funcionalista, el geometrismo concreto de la pintura abstracta y la fantasía del surrealismo. Sus pinturas son una síntesis elegante de todo su aprendizaje del arte, que hace que nuestra mirada se detenga en cada pincelada y trazo, los cuales nos descubren espacios insondables; nos sumergimos en un mapa de texturas que parece no tener fin.

Gunther Gerzso, Paisaje, 1988, litografía. Acervio del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Los materiales utilizados en este video responden únicamente a propósitos educativos y académicos sin fines comerciales. El Museo de Arte Moderno realiza su divulgación con fines de acceso a la cultura y difusión de su acervo.

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