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Que ningún niño y niña deje de sonreír En el Día Internacional del Niño conmemoramos las historias de aquellos pequeños que nos han tocado el corazón

Si un niño o niña deja de sonreír, no puede soñar o pierde oportunidades: habremos fallado como sociedad.

Rubén es uno de los cientos de niños apadrinados con el Proyecto Estrella, a través del cual recibe un aporte trimestral para costear sus necesidades educativas en materiales escolares, uniformes, alimentación o lo que demande, para que pueda continuar sus estudios.

-Estudiar es lo mejor que hay, porque te conviertes en un motivador para los demás. Es algo que te queda así estés grande o pequeño -relata contento el pequeño Rubén.

En el país, son muchos los niños y niñas que están rezagados o no escolarizados, gracias a los padrinos del proyecto, muchos estudiantes pueden seguir soñando con un mejor futuro.

Ana vivía en un ambiente de pobreza extrema, su madre -a quien recuerda con mucho amor- se fue del hogar y se quedó sola junto a sus hermanas. Desde hace cinco años crece en la Casa Hogar Inmaculada Concepción de las hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús donde recibe educación, alimentación, atención médica, amor y contención.

-Me siento feliz porque me ayudan con lo que necesito (...) Muchas gracias a los que me han ayudado y que Dios se los recompense allá en el cielo -dice Anita sonriente.

Como otros niños y niñas, Ana quiere tener una infancia normal, ser feliz y no dejar de sonreír. A pesar de sus circunstancias, sus compañeras la recuerdan como una pequeña bondadosa, cariñosa, alegre y servicial.

La crisis del país tocó la puerta de la familia del pequeño Samuel. Tenían meses sin poder costear la mensualidad del colegio Santa Rita (Zulia) debido a un grave problema de salud que atravesaba uno de sus padres. La institución se dio cuenta de esta necesidad y le otorgó, a través de ARCORES Venezuela, una beca escolar.

-¡Mami, me dieron una beca! Papi, ¿viste?, Dios me ayudó -le contó Samuel a su familia, quienes agradecen la oportunidad y solo saben decir “Dios existe”, porque justo en el momento más difícil de sus vidas, una beca escolar les permitió recobrar las esperanzas.

Miles de familias venezolanas no cuentan con los recursos necesarios para cubrir necesidades básicas, y una enfermedad puede desestabilizar el hogar. Poder otorgar becas escolares es un compromiso para que nuestros niños y niñas no pierdan ninguna oportunidad.

Lo dijo la poeta y Premio Nobel, Gabriela Mistral: "muchas de las cosas que nosotros necesitamos pueden esperar, los niños no pueden, ahora es el momento, sus huesos están en formación, su sangre también lo está y sus sentidos se están desarrollando, a él nosotros no podemos contestarle mañana, su nombre es hoy".

Credits:

@arcoresvzla