En el CIT celebrado en Porto Alegre, hermanas y laicas/o han tenido la oportunidad de profundizar en las opciones capitulares de nuestro último Capítulo General. Enviadas por la Provincia Teresiana de Europa, participaron las hermanas Maite Campo, Pilar Villalonga y Conchi Sánchez, y Sandra Góis, laica; por la Fundación Escuela Teresiana, Gemma Echezuri.
Conchi, junto a Mª Dolores Mora e Ileana Urroz fueron las encargadas de preparar y dinamizar el CIT. A ellas, de forma especial, al Equipo General, y a las hermanas y laicos que en Porto Alegre se desvivieron por la acogida y por todo lo necesario, les agradecemos que hayan CUIDADO EL ENCUENTRO.
Las cinco han querido contarnos su experiencia y animarnos a CUIDAR LA VIDA.
Pilar Villalonga, stj nos comparte:
"Hace más de un mes que tuve la magnífica experiencia de participar en el CIT en Porto Alegre – Brasil.
Nos juntamos 10 laicos y 17 hermanas de muy diversos países: México, Colombia, Chile, Paraguay, Brasil, Nicaragua, Cuba, Venezuela, Ecuador, Angola, Portugal, Italia y España.
Al volver la vista atrás y pensar con qué me quedo de estos días, son varias las ideas y sentimientos que me surgen.
Primeramente, un sentimiento de gratitud por haber tenido la oportunidad de participar en este CIT. Es mucho lo que hemos recibido y compartido. El haber conocido más de cerca una parte del continente americano me ha abierto la mirada a una realidad que solo conocía a través de los medios de comunicación. Aprendes a valorar la gran riqueza, variedad y diversidad que encierra este continente, y por otra parte eres más consciente de sus límites, situaciones de pobreza, precariedad… A partir de ahora ya no me son ajenas las noticias y situaciones que viven. Detrás de cada país, hay rostros, hay historias, hay vida que hace que sus preocupaciones, dificultades, sufrimientos y alegrías sean también, de alguna manera, los míos.
Me quedo también, con el agradable clima que durante ese mes se creó entre nosotros. La convivencia sencilla, alegre y cercana, el compartir profundo y respetuoso, han forjado grandes vínculos entre nosotros. Nos sentimos unidos, hermanados bajo un mismo carisma que tiene mucho que entregar al mundo de hoy.
Por último, yo diría que me quedo con la convicción profunda de que hay una conexión muy honda entre lo que nos enseña la ética del cuidado y la ecología integral con nuestro carisma educativo. Hay una gran pregunta que repetíamos constantemente… ¿Quién cuidará la vida? ¿Quién cuidará esos gérmenes de vida y restauración que están naciendo en nuestro día a día? A nosotros nos toca recoger el testigo de tantos hermanos y hermanas que nos han precedido, para seguir cuidando y cultivando lo que con tanto amor se nos ha regalado.
Maite Campo, stj:
"Sembremos gestos de vida… y la vida germinará".
"Es difícil resumir en pocas palabras una experiencia tan rica de familia teresiana. Hermanas y laicos de distintas realidades del mundo, con la riqueza de las culturas distintas y a la escucha compartida de los gritos de nuestra tierra y de quienes la habitamos. Una escucha que generó y genera ENCUENTRO, siendo conscientes de que formamos parte de la familia humana y que no podemos vivir al margen de una tierra que sufre y que necesita cuidado.
Nos enriquecimos mucho con las aportaciones de ponentes y participantes, y fuimos capaces de reconocer que la respuesta que nuestra realidad necesita es el cuidado, y que no podemos dejar pasar la ocasión de vivirlo.
Un cuidado de nosotras mismas y del que está cerca, un cuidado de la Casa Común y del lejano para convertirnos en prójimos, un cuidado del invisible para hacerlo visible, ponerlo en el centro y vivir la circularidad, un cuidado del ofensor con el que vivir el perdón y lograr la reconciliación que nos haga HERMANOS Y HERMANAS y restaure la justicia.
Y ante la pregunta “qué es lo que no quiero dejar de compartir”, bullen dentro muchas cosas y sobre todo preguntas. ¿Quién cuidará la vida? ¿Y qué supone, en lo concreto, cuidar la vida? ¿Cómo educar y educarnos para ello?
Cuidar la vida es retroceder en libertad, una libertad que no puede ser sino caminada con el otro, siendo hospitalarias y huéspedes al mismo tiempo, siendo artesanas y guardianas con un modo humano, al modo de Jesús.
Es ponernos a la escucha cotidiana de lo que vivimos, afinar el oído, caminar con nuestra vulnerabilidad y abrazar lo pequeño. Es atrevernos a despertar y asumir la responsabilidad en las heridas de la tierra y de la humanidad, asumir que el cuidado es la alternativa. Un cuidado lleno de humanidad y humanización.
Responder con las posibilidades de nuestro carisma, con un modo educativo que genere encuentros, enriquezca las relaciones, y desde lo cotidiano transforme la realidad, con gestos sencillos que sembrados con nuestra espiritualidad y entretejido con lo que otros y otras van haciendo posible, puedan germinar en vida nueva para nuestra tierra y para esta humanidad que avanza junta.
Me siento muy agradecida por lo vivido y por lo que se despierta en mí. He disfrutado mucho de los encuentros y de la reflexión compartida. Sigamos cuidando juntas y juntos la vida."
Conchi Sánchez, stj también comparte su vivencia:
“Me cuesta resumir en pocas palabras lo que ha sido una experiencia tan intensa. Nos reunió en Porto Alegre, Brasil, el carisma teresiano y la llamada a asumir la ética del cuidado como modo de relación con Dios, con los demás y con la casa común.
Terminada la experiencia solo puedo decir un gracias enorme. En primer lugar, por confirmar una vez más cómo el carisma teresiano de Enrique de Ossó es un regalo para la humanidad que posee a todo aquel que quiere recibirlo y enriquece, une y crea verdadera fraternidad.
En segundo lugar, y en consecuencia con lo anterior, por la preciosa experiencia de Familia Teresiana que nos ha ofrecido la participación en este CIT. Juntas, hermanas y laicas de distintas procedencias y con diversas tareas hemos tenido la suerte de acercarnos a nuestro documento capitular para poder desentrañar las posibilidades y concreciones que nos ofrece y acoger las diversas llamadas y desafíos para poner nuestro caudal al servicio de la vida y de la casa común.
Desde la ética del cuidado, redescubrir que la responsabilidad con una misma no puede separarse de la responsabilidad con los otros y otras y con todo lo creado, comprendiendo de una manera profunda, que no somos depredadoras ni dominadoras. Somos parte de la creación con la que tenemos profundos vínculos.
Redescubrimos también el enorme potencial de nuestra misión educativa y la responsabilidad que tenemos en avivar los gérmenes de vida y restauración presentes en toda la Creación; que necesitamos limpiar la mirada y reparar las relaciones rotas con los demás y con la creación.
La nueva eclesialidad y la nueva ciudadanía nos invita a ser en la Iglesia y en el mundo personas que viven igualdad y para el bien común.
Y en todo agradecemos a Jesús de Teresa y a Teresa de Jesús su aliento, presencia y cercanía, que nos han ido llevando cuidadosamente a vivir la unidad en la diversidad, a un mismo pensar y sentir, pero sobre todo a una alegre renovación personal y comunitaria.”
Sandra Gois nos cuenta:
“Mi participación en el CIT fue una experiencia riquísima que me permitió traer en el equipaje un gran conjunto de competencias para compartir en el regreso a casa. No tengo ninguna duda al afirmar que lo que aprendí fue mucho más de lo que fue transmitido por cada conferenciante. Todos los debates de los participantes, todos los momentos de oración, todos los momentos de reflexión individual, todos los momentos de convivencia fueron grandes oportunidades de aprendizaje y desarrollo de nuestras soft skills. Añado a todo esto, el hecho de ser un curso internacional que permitió aumentar nuestra visión de lo que pasa por el mundo, dando un rostro a los relatos compartidos, permitiendo obtener conocimientos inalcanzables de otro modo.
Tuvimos la oportunidad de recibir enseñanzas y transmisiones inestimables de todos los conferenciantes: Guillermo Campuzano, María Dolores Mora, Elisa Marie Belz, Leonel Narváez Gómez (video conferencia), Freddy Ernesto, Teresa Gil, Carmen Patricia Castilla Huete, Ileana Urroz y Conchi Sánchez. Los temas, que parecían separados, se fueron entrelazando. Abordamos y profundizamos las prioridades definidas por el XVII Capítulo General: Ética del cuidado, ecología integral, nueva ciudadanía y nueva eclesialidad, cultura del encuentro y reconciliación. Todos estos temas nos despertaron inquietudes que esperamos vengan a ser el impulso necesario que nos lleve a un nuevo estilo de vida y que podamos ser modelos, que contagiemos a otros, en nuestro entorno. A todos agradezco la oportunidad que me han dado para enriquecerme como persona y como agente de formación teresiana.
De un modo general, evalúo este momento de formación como ¡EXCELENTE! Me hubiera gustado ver más laicos teresianos como participantes en este CIT. Como laica teresiana, pienso que la formación de otros laicos en la dimensión pastoral y carismática es, no sólo necesaria, sino también ¡urgente! La propuesta educativa teresiana es actual y transformadora, pero requiere que todos los agentes de formación estén en sintonía e inmersos en esta pedagogía del encuentro.
Pongo fin diciendo que lo mejor de todo fue la relación construida entre todos: terminamos este CIT con teresianos de América, Europa y África totalmente INTERLIGADOS.”
Gemma Echezuri comparte:
“El cuidado es el sustrato de la humanidad, servicio amoroso que transforma la vida”.
Cuando fui invitada por la Fundación Escuela Teresiana a participar en el CIT celebrado en Porto Alegre, dos cosas me motivaban en gran medida: la preocupación por el CUIDADO de la tierra, y el poder compartir mi reflexión, además de con una compañera de mi colegio, con educadores teresianos de tres continentes y con teresianas implicadas en diferentes proyectos teresianos: sanidad, pastoral juvenil, dignidad de la mujer…Y LA REALIDAD SUPERÓ MIS EXPECTATIVAS.
Varias preguntas resuenan ahora constantemente en mi interior: ¿Quién cuidará y quién guardará la vida? ¿Qué procesos personales de transformación tengo que realizar para avivar los gérmenes de vida? ¿Qué bulle en mi interior? ¿Dónde estoy y hacia dónde voy?
He sentido que el cuidado es una actitud. Cuidar, mantener la vida cuidando sus necesidades es a lo que estamos llamados.
Hemos sentido juntos que debemos avivar gérmenes de vida, sentir con llanto al estilo de Teresa, con “dolorosa conciencia” y hacer del sufrimiento de la tierra un sufrimiento personal. Oír sus gritos. Hospedarse en la humildad de los otros, del pobre y descubrir los recursos suyos de fe y vida. Con ellos y desde ellos se transforman las realidades.
El cuidado es el sustrato de la humanidad, el servicio amoroso que transforma la vida. Se requiere de valor para acceder hasta la raíz misma de la vida. ¿Podré hacerlo? Creo que sí… “Solo se humanizarán y humanizarán los que se atrevan a entrar para salir adentro mismo, los que renuncien a vivir en el exilio de sí mismos”, y… estoy dispuesta. Es la vuelta a la interioridad abriendo los oídos a los gritos de la vida, reconociendo dignidad en todo lo que existe con un nuevo paradigma que me lleve a lo profundo y a un renacer espiritual, y caminar en esa dirección.
Tenemos que transmitir imaginarios de esperanza y construir sentidos y utopías juntos, haciendo sentir sorpresa de existir, sorpresa de estar vivos; es una alegría que nace de la humildad de ser criatura. Fundamental en educación.
Y “hacernos espaldas”. En estos 20 días he vivido la acogida del pueblo brasileño, de las hermanas; he sentido conexión profunda con teresianos de todos los lugares, reconociendo que en este proyecto somos muchos los que seguimos a Jesús al estilo de Teresa y Enrique. Con cada uno de ellos me he sentido en casa. Ha existido una conexión que solo es posible si nos une algo común. Y solo puedo estar muy AGRADECIDA por esta gran experiencia y por haber puesto en mí la necesidad de escuchar cuál es el grito de mi vida ahora que ha transformado mi corazón”.