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Imaginaciones radicales. Una lectura disidente de la colección del MAM

El camino por el reconocimiento de los cuerpos y las sexualidades disidentes ha atravesado la estigmatización y la autocensura, el regocijo y la provocación, la reflexión y la segregación, la lucha civil organizada y las batallas desde el ámbito privado e íntimo.

Las demandas hacia los museos por tomar un papel más activo en la conversación pública de su tiempo son constantes. Ello implica reflexionar sobre las narrativas que construyen a través de sus exposiciones, programas y proyectos.

"Imaginaciones radicales. Una lectura disidente de la colección del MAM" es una aproximación al acervo del museo con una perspectiva de género, entendido no como una construcción binaria ―femenino/masculino―, sino como un reconocimiento de la diversidad.

La exposición coloca, en primer plano, la potencia creadora de los cuerpos y los relatos que, en su desafío a la norma, abren caminos hacia una sociedad más libre y crítica.

DESAFÍOS AL CÓDIGO

En el arte mexicano producido durante la primera mitad del siglo XX son pocas las obras que visibilizan, de manera explícita, las experiencias de género no binarias y las preferencias sexuales fuera de la heteronormatividad.

La homosexualidad era penada por la ley desde el Código penal de 1871. Era causa de amonestación, linchamiento social e, incluso, traición a la patria. La Revolución trajo pocos cambios respecto a los patrones de género y la diversidad sexual.

Los Contemporáneos fueron un grupo de poetas, escritores y artistas que, a diferencia de los muralistas y otros creadores de la época, tenían una postura alejada del nacionalismo de la época. En su compromiso por promover otros referentes culturales, fueron atacados por por la orientación sexual de algunos de ellos, como fue el caso de Manuel Rodríguez Lozano y Abraham Ángel.

Abraham Ángel, "Retrato de cadete", 1923. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Se hizo mofa de su identidad al considerar que su cosmopolitismo los inclinaba hacia el amaneramiento y el exhibicionismo.

Los Contemporáneos, de manera velada, construyeron un imaginario alterno al de la virilidad consignada por los muralistas. Apoyados en la sensualidad de la escultura clásica, presentaron al cuerpo masculino como objeto de deseo, belleza y fragilidad.

Manuel Rodríguez Lozano, "Estudio para el mural Revolución". 1944, Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

En los años 70, el Taller de Documentación Visual de la Academia de San Carlos centró buena parte de su imaginario en el cuerpo y la sexualidad gay. Una de sus obras más emblemáticas es "El santo señor del Sidario", donde retoman la representación de la crucifixión de Matthias Grünewald para abordar el tema del sida.

Taller de Documentación Visual, "El santo señor del Sidario", 1991. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Cristo es presentado como emblema de la comunidad lésbico-gay. Su fiel discípulo, Juan, cuestionado respecto a su género, muestra su cuerpo desnudo, el cual es objeto de deseo del ángel ―otro ente no binario― que ha sido enviado para consolar a Jesús transgresor. Con humor, la obra elabora una aguda crítica a los estigmas que rodean la enfermedad, a la vez que remite al dolor y tristeza que la acompañan.

IDENTIDADES PROFANAS. Representaciones más allá de la norma sexo-género

Las representaciones del cuerpo en el arte suelen estar reguladas por cánones estéticos que van transformándose de acuerdo con la mirada dominante. Esta ha excluido otras formas de pensar y expresar la sexualidad y el género: ha dejado fuera cuerpos que contradicen la norma y desbordan los estereotipos, así como a identidades transitivas, marginales y transgresoras.

Nahum B. Zenil, "Yo y yo, "s/f. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/Secretaría de Cultura.

Nahum B. Zenil y Julio Galán desarrollaron su producción artística en los años 80. Ambos se apropiaron de los símbolos e iconografía asociados a la identidad y cultura mexicana y mediante recursos tales como el travestismo o la alteración de roles de género, cuestionaron el "status quo" del momento.

Julio Galán, "El encantamiento (Lissi, Lissi)", 1981. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.
Juan Rodrigo Llaguno, "Julio Galán con Penacho", 1991. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.
Graciela Iturbide, "Magnolia", 1986. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

En la década de los setenta, Graciela Iturbide realizó un fotoensayo en Juchitán, comunidad zapoteca del istmo de Tehuantepec, en Oaxaca. Una de las fotografías que lo integran es el retrato de Magnolia, una muxe. Posa con un vestido y un sombrero de charro, prendas asociadas con lo femenino y o masculino, respectivamente. Las muxe son reconocidas como un tercer género por la sociedad juchiteca y, lejos de ser estigmatizadas, juegan un papel relevante en la comunidad.

Armando Cristeto, "Terry Holiday", 1979. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Armando Cristeto ha documentado las manifestaciones, vida nocturna, corporalidades y agrupaciones de las comunidad LGBTTTI+. Una de sus modelos recurrentes es la actriz, bailarina y activista trans Terry Holiday.

Esta foto fue tomada en 1979, año de la primera Marcha del Orgullo en la Ciudad de México. Cristeto revela la belleza, desparpajo y fortaleza del cuerpo trans de Holiday. Para ello, combina referentes y elementos visuales de la propaganda socialista soviética, el cine y las imágenes de las modelos "pin-up" de los años cincuenta.

MIRADAS TRANSVERSALES DEL DESEO

Dentro de la historia cultural y del arte, el cuerpo femenino ha ocupado el lugar de objeto de contemplación y deseo. A partir de ello, se han construido determinadas categorías y modos de ver. Sin embargo, lxs artistas también han disputado dicha presentación normada de los sujetos.

Manuel Rodríguez Lozano, "Los amantes", 1958. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

En contraste con las representaciones de la masculinidad y virilidad de la época posrevolucionaria, el artista Manuel Rodríguez Lozano juega con la estética de ambos sexos. Pinta figuras afeminadas, casi andróginas, o figuras masculinas escultóricas de proporciones dispares. Lozano no muestra héroes, sino personajes vulnerables y sensuales con los que nos dice, sin decir, sobre su propio deseo.

Manuel Rodríguez Lozano, "El Coloso", 1936. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Por su parte, la artista Katnira Bello también posiciona al sujeto masculino como objeto del deseo, pero desde la búsqueda del placer y mirada femeninos.

Katnira Bello, "Marinero", de la serie "Juillet 1976", 2009. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Su serie "Juillet 1976", toma como título la fecha de publicación de un ejemplar de la revista francesa "Photo" dedicado a los maestros del erotismo, en la que todos los retratos que contiene son de mujeres y realizados por varones.

Katnira Bello, "Éxtasis florar", de la serie "Juillet 1976", 2009. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

En su obra, Bello cambia los roles tanto en lo que respecta a la relación modelo-fotógrafo, como en la mirada sensual que nos ofrece, fuera de las representaciones heteronormadas y patriarcales de lo viril.

Katnira Bello, "Éxtasis florar III" de la serie "Juillet 1976", 2009. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Este material es producido con fines culturales y educativos.

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