Puede ser que el título de esta pequeña historia suene un poco elevado, para mi fué una aventura y una experiencia agradable para reflexionar sobre mi vida y adonde me encuentro actualmente.
El paseo en sí sonaba genial, podría tomar fotografías del lugar, disfrutar de buena comida, relajarme un rato de la rutina diaria. Pero no tomé en cuenta que para llegar hasta la cabaña había que caminar alrededor de 4hrs y 900mts de inclinacion, después de haber manejado por 6.5hrs hasta el parqueo mas cercano.
Todo por "la foto" digo yo, valdrá la pena el esfuerzo, tampoco contemplé que cada gramo que en la mochilla iba, era de afectar esa caminada de subida. Muchos de los que iban, ya conocían este tipo de expedición, por lo tanto, tenían la estrategía de peso y llevaban lo meramente necesario, en mi caso, además de lo "meramente" necesario según yo, llevaba agua, snacks y mi equipo fotográfico, todo este peso y mi condición física puso a prueba mis ganas de tomar "la foto" ;)
La subida que se hacía eterna me permitía hacer pequeñas pausas para fotografiar lo que podía sin perder el ritmo que llevaba el resto de las personas, al final llegué de último junto con Kevin (mi cuñado) que aprovechaba esas pausas tambien para descansar.
Alguna que otra vez nos caiga un poco de lluvia y hacía frío, pero la vista que teníamos era espectacular.
Ese primer día a pesar de que estaba exausto, tenía el "compromiso" de lograr alguna foto en la noche, cielos estrellados, cero contaminación lumínica, etc... pues no, el frío de la noche y las nubes de la montaña no permitieron la mejor foto.
Para el siguiente día se había programado un circuito de caminata después del desayuno que iba a poner a prueba la condición física de todos y la de Kevin, quién al final sufrió los últimos kilómetros y terminó devolviendose, así que yo aproveché la excusa y sacar tiempo para fotografiar más del área alrededor de los lagos cercanos al sendero.
Las vistas de este lugar son maravillosas, no se puede lograr en una fotografía las distancias en las que están las cosas de uno.
Ese tiempo que pasé cerca de lagos, ovejas y piedras; mientras los otros iban de lejos continuando el sendero, logré conectarme por ratos en ese silencio "de Dios" en el que solo analizaba las bendiciones que he tenido desde que mis familia y yo nos vinimos a vivir a Alemania, en una aventura descabellada para algunos, pero confiando que Dios tiene el control de nuestra vida y nos ama de tal manera que nos va a ir bien.
La noche siguiente al día de llegada prometía una mejor vista de las montañas y las estrellas, pero estuvo mas fría de lo que tenía puesto, una hora afuera se me hizo eterna y luego no podía dormir por el frío que aún mantenía de estar tanto rato afuera. Valió la pena...
Este corto viaje me recuerda que la vida es así, corta, que debemos disfrutar cada instante, ver las cosas con optimismo, confiando que Dios camina de nuestro lado y si nos acercamos a él, estaremos cubiertos por su protección y amor.
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