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CIUDAD, CIUDAD: RELATOS DE LA MODERNIDAD

La Torre Latinoamericana, inaugurada en abril de 1956, representó el emblema de una utopía de modernización que estará presente en México en las dos décadas siguientes. Enmarcado en la política económica de la sustitución de importaciones, el desarrollismo y el boom petrolero, el cambio en la faz urbana del país se anunció como la consolidación del proceso revolucionario y una idea de nación estable, a tono con un concierto global. La expresión plena del “milagro mexicano”.

La Ciudad de México, en particular, simbolizó lo moderno, condensado en la edificación de multifamiliares, edificios, obras de infraestructura y vías de comunicación. Su expansión hacia lugares como Satélite o el Pedregal persiguió ideales de habitabilidad y modernidad, con características y peculiaridades propias. Por su parte, la zona del centro histórico contuvo el imaginario de la experiencia urbana capitalina.

Esta pequeña exposición delinea los contrastes, en distintas épocas, del ser urbano, individual y colectivo, a través de la lente de importantes fotógrafos, parte del acervo del MAM. Su registro visual nos deja ver las metamorfosis físicas y sociales de la ciudad moderna —del devenir cotidiano a la injusticia social, de la innovación arquitectónica al desastre—.

Héctor García, Policía y la Torre Latinoamericana, s/f. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Nacho López. Mercados, 1950. Museo de Arte Moderno

Utopías habitables

El desarrollo de las ciudades se volvió el símbolo de modernización de los países occidentales, un reflejo del progreso económico y tecnológico de las naciones.

En México, el periodo comprendido entre 1940 y 1970, se caracterizó por una mayor industrialización y un alto flujo migratorio del campo a las urbes, lo que derivó en estabilidad y crecimiento económico sostenido y un incremento de la clase media en nuestro país. El cambio en los estilos de vida y la demanda por insertarse dentro de un paradigma de modernidad, supuso un rápido cambio en la identidad, geografía y diseño urbano. Se construyeron rascacielos, edificios de departamentos y multifamiliares, así como nuevas zonas habitacionales en las proximidades de la ciudad.

Manuel A. Bravo. El aspecto exterior, primera parte, s/f. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura

Esta transformación de la metrópoli fue documentada por fotógrafos que lograron captar la vitalidad de las estructuras y la renovación del entorno urbano. Algunos artistas, como Antonio Caballero, capturaron el espíritu de la época a través de elementos que se convirtieron en íconos de la utopía moderna; otros registraron una dimensión poética presente en la concepción del espacio y la nueva arquitectura capitalina.

Manuel A. Bravo. El aspecto exterior, primera parte, s/f. Museo de Arte Moderno

Antonio Caballero, Las hermanitas Jiménez I, (reportaje para la Revista Nocturno), ca. 1965. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Manuel Álvarez Bravo. Se solicita peinadora, 1960. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Habitar la ciudad

A partir de los años cincuenta, la Ciudad de México se enfrentó a cambios acelerados, los proyectos económicos y políticos la convirtieron en el epicentro del país, por lo que comenzó su crecimiento exponencial tanto en su infraestructura como en el número de sus habitantes: en 1940 apenas llegaba a los dos millones, para 1950 esta cifra aumentó en más de 50 por ciento.

A pesar de las construcciones progresistas, que a primera vista hacían pasar a la capital como una urbe cosmopolita, la desigualdad e injusticia social seguían presentes. La realidad distaba mucho del ideal de ciudad moderna.

Héctor García. Sin título (la semana ardiente, México D.F.), 1958. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.
Marco Antonio Cruz. Edificio Nuevo León, Nonoalco, Tlatelolco, México D.F., 7:40, 19 de septiembre, 1985. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Fotógrafos y fotoperiodistas como los hermanos Mayo, Nacho López o Enrique Metínides, a través de su labor crítica y estilo propio, lograron mostrar las múltiples realidades, así como las subjetividades y dicotomías que convergían en el espacio citadino. Relatos de incertidumbre y lucha en las que captaron la fragilidad de la ciudad destrozada por el terremoto del 85 en donde, como una paradoja, entre los edificios colapsados se encontraban los multifamiliares de Nonoalco en Tlatelolco, una de las construcciones del Estado como respuesta a la modernización y crecimiento de la ciudad y que, en 1968, había sido testigo de la masacre de estudiantes en el 68.

Hermanos Mayo. Sin título (El ejercito rodeando la plaza de las tres culturas en que se realiza un mitín estudiantil contra el gobierno de Díaz Ordaz), 2 de octubre de 1968. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.

Marco Antonio Cruz. Arcos de Belén, 1985. Acervo del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura

Colección del Museo de Arte Moderno. INBAL/ Secretaría de Cultura.
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